La abadía de Cluny, fundada en el año 910, llegó a convertirse en el centro espiritual y administrativo de una de las más amplias redes monásticas de la historia europea, facilitando así el movimiento de personas, libros, ideas artísticas y conocimientos científicos a través de las fronteras nacionales.
Por lo tanto, la orden cluniacense tuvo una influencia considerable en el mundo cristiano de Europa occidental a lo largo de toda la Edad Media.
Actualmente, gracias a numerosas iniciativas, como la invitación de investigadores de toda Europa y la apertura de la abadía al público, contribuyen a mantener vivo el espíritu cluniacense europeo.
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