El Campo de Westerbork, en el noreste de los Países Bajos, tiene un pasado turbulento.
Funcionó como campo de refugiados para judíos perseguido por los nazis hasta 1942 y luego se convirtió en un campo de tránsito a partir del cual los judíos, los romaníes y los sinti eran deportados a los campos nazis de concentración y exterminio en Alemania y en los territorios ocupados de Europa Central y Oriental.
Tras la Segunda Guerra Mundial, estuvieron prisioneros en el campo los ciudadanos neerlandeses sospechosos de haber colaborado con los nazis. Posteriormente, el campo albergó a personas que volvían a los Países Bajos procedentes de la antigua colonia neerlandesa de las Indias Orientales; entre estas personas se encontraba un numeroso grupo procedente de las Molucas.
Por su pasado, el Campo de Westerbork está vinculado a temas esenciales de la historia europea, como la ocupación, la persecución, la migración, la descolonización y el multiculturalismo.
El recinto del antiguo campo da cabida hoy a un museo (que, entre otras actividades, ofrece programas educativos) y a varios monumentos conmemorativos (como el Memorial Nacional de Westerbork).
Encontrará más información sobre la selección de este sitio en el informe del comité de expertos.