La ciudad de Szentendre data de la época romana, pero su aspecto actual lleva la impronta, principalmente, de los refugiados serbios que allí vivieron desde finales del siglo XVII. El carácter de esta ciudad es fruto de las influencias ejercidas por sus conexiones transfronterizas, tanto en lo político como en lo cultural. Szentendre experimentó un desarrollo urbano impulsado por la cultura, en el que el patrimonio cultural desempeñó un papel fundamental e hizo posible que la ciudad sirviera de puente entre ámbitos culturales del este y el oeste de Europa, entre los Balcanes y la cuenca de los Cárpatos, entre la cristiandad católica y la ortodoxa. Su proximidad a Budapest ha supuesto un reto constante para la ciudad.
Desde finales del siglo XVII, Szentendre se caracteriza por su espíritu de tolerancia religiosa y multiétnica, así como por su resiliencia urbana y creatividad, producto de su ubicación transfronteriza. Las conexiones a lo largo del Danubio y la fértil cohabitación de sus poblaciones húngara, serbia y de otras culturas crearon un lugar de coexistencia pacífica, integración e intercambio productivo, que configuró un diseño arquitectónico único. La combinación de cultura oriental y occidental en una localidad representativa de la libertad artística bajo regímenes totalitarios define el espíritu de la ciudad, cuyo patrimonio vivo aún puede apreciarse en la actualidad.